La primera parada en el gran viaje de Albert Sans, el Grifone de los Pirineos, le ha llevado al pequeño pueblecito de Bescarán en la comarca leridana del Alt Urgell. Una jornada con un sol expléndido le ha permitido disfrutar de la sierra del Cadí en todo su esplendor así como conocer a un artista multidisciplinar que llegó a estas montañas hace ya 20 años, Philippe Lavaill, y a Albert Blasi un joven emprendedor de la localidad.
Sin saberlo teníamos varios conocidos en común, pues Lavaill organizaba un festival de cantautores en el Pirineo en el que estuve apunto de participar hace unos años. Da igual, cuando el pregunta: "¿El azar hace el destino o destino hace el azar?" Yo apuesto por la primera.
Avanzo mente-abierto por las entrañas de su laberíntica y acogedora casa, salpicada de bocetos, recuerdos, libros, viejos bártulos, guitarras dormidas y sus impresionantes esculturas y trabajos. La complicidad de los “un poco pirahados” va saliendo a flote a cada guiño y a cada cabo atado. Él, es un habitante, y yo más que hablar, tomo nota de sus sabias reflexiones sobre el pirineo, su momento actual, carencias, inercias y posibilidades. Además es un gran conocedor de leyendas, costumbres y bestiarios pirenaicos a los que ha homenajeado a menudo en sus reconocidas obras.
En un catalán afrancesado va intercalando moralejas y anécdotas de su interesante e intensa vida, en las que aparecían algunas directamente salidas de la boca de genio Dalí, con el que trabajó y colaboró durante una década, ¡imaginaos!
¿Que si quiero quedarme a comer? Por su puesto! Se nos une definitivamente Jordi, su ayudante nacido en Organyà y que también comparte datos buenísimos para mi viaje. Huevos caseros para hacer tortilla de bull blanc, ensalada fresca de espinacas, queso, arroz, legumbres y pan de pueblo, saben mejor entre paredes de piedra y techos de madera…
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