Con los pies en el suelo, el secreto de un buen calzado

Redacción - @outdooractual06/03/2018
(c) Chiruca
(c) Chiruca

El calzado es, junto al textil, el universo más importante de los deportes outdoor. Cuando salimos a la montaña todo nuestro equipamiento es importante, pero es obvio que una buena elección del calzado es prioritaria. Al fin y al cabo, nuestros pies son los que estarán más tiempo en contacto con la naturaleza, y si no queremos correr riesgos, es muy importante que elijamos bien con qué calzado pisamos el suelo.

Cuando compramos material técnico es fundamental elegir, no el que creamos mejor o el que nos guste más, sino el que mejor se ajuste al uso que vamos a darle. El calzado, lógicamente, no es una excepción, y si queremos que nuestras incursiones por la montaña sean placenteras y seguras, es fundamental que el modelo que elijamos se ajuste a la actividad que se va a realizar. Si, por ejemplo, queremos realizar un trekking ligero, de media montaña y de apenas un par o tres de horas, llevar unas botas de alpinismo será un suplicio, por muy técnicas que sean. Necesitamos, para este caso, un calzado seguro y cómodo, obviamente, pero en el que prime, también, la ligereza. Para alta montaña, en cambio, fortaleza, consistencia y dureza son mucho más importantes que el peso.

También es muy importante tener en cuenta otros dos factores: la meteorología y el tipo de terreno. Si hace calor, necesitaremos un calzado con características y materiales diferentes a las que necesitaremos si hace frío y, lógicamente, si llueve o puede llover es importante apostar por modelos con membranas impermeables. Lo mismo pasa con el tipo de terreno. No es lo mismo caminar por pistas que hacerlo bosque a través. Ni se necesita la misma suela si pisamos terrenos mojados o con nieve que si lo hacemos en pistas secas.

Tres grupos: tres mundos
El universo del calzado outdoor lo podríamos dividir, con matices, en tres grandes grupos: el calzado de alta montaña o alpinismo, el calzado trekking o de media/baja montaña (el grupo con mayor peso, que perfectamente podríamos subdividir en varias modalidades) y, finalmente, el calzado específico para escalada -pies de gato-.

Comencemos por las botas de alpinismo o alta montaña. Por su uso, tienen la obligación de ofrecer máxima protección ante las inclemencias meteorológicas –frío y agua, principalmente- y ante la orografía en alta montaña –incluso con nieve-. Sin renunciar al confort, deben garantizarle al alpinista máxima estabilidad, resistencia, sujeción y, sobre todo, un excelente agarre. Es importante que la suela sea muy rígida. Seguramente perdamos algo de ligereza de movimientos, pero son botas pensadas para terrenos técnicos o alpinos en los que es fundamental tener un control absoluto de la pisada, y las suelas duras se adaptan mejor y tienen más estabilidad en este tipo de terrenos. A día de hoy se ha logrado un perfecto equilibrio entre la seguridad que requiere este calzado y la ligereza que demandan muchos de sus usuarios. En este tipo de calzado, que es de caña alta, es fundamental que el talón y el tobillo estén firmemente asegurados y que el pie transpire perfectamente. La mayoría de modelos están adaptados para incorporar crampones.

El segundo grupo, compuesto por el calzado de media montaña es el más extenso en tipologías, aunque la mayoría están hechos para caminar por terrenos blandos o por sendas. Abarca desde los modelos pensados para trekking intenso en media montaña hasta zapatillas diseñadas para paseos de verano en ríos. En medio, una larga lista de modalidades con su calzado específico (senderismo, barranquismo, aproximación…). Aunque hay muchos modelos de caña alta –casi todos para trekking de media y alta montaña y con características bastante similares a las botas de alta montaña-, la mayoría de modelos que pueden englobarse en este gran grupo suelen ser de caña baja. Destacan por su ligereza y comodidad y, también, por su gran flexibilidad, tres cualidades que las han convertido en un calzado con mucho tirón, también, en ciudad. Algunos han sido diseñados para correr, otros para caminar sin problemas por zonas con agua y otros tienen su hábitat natural en zonas rocosas, pero todos tienen una serie de elementos en común. Como cualquier calzado de montaña tienen que ofrecer la máxima comodidad, un buen agarre y una alta protección. Sin embargo, a diferencia de las botas de montaña, también es importante que tengan una capacidad de respuesta ágil y que sean lo más ligeras posibles. Su gran baza es su polivalencia, ofreciendo un equilibrio perfecto entre flexibilidad, protección y comodidad.

El último grupo es el de los pies de gato. Es un tipo de calzado específico muy ligero, flexible y adherente. Esta adherencia se logra gracias a que incorpora en la suela, en las bandas laterales y en la parte frontal una goma especial muy adherente pero poco duradera. Es fundamental que queden bien apretados -aunque sean incómodos en un primer momento- para tener mayor sensibilidad y poder notar los pequeños salientes de roca. Dentro de los pies de gato existen dos tipos: los simétricos y los asimétricos. Los simétricos ofrecen mayor confort a la hora de usarlos, pero a la hora de escalar vías de alta dificultad en escalada deportiva no son los más aconsejables, mientras que los pies de gato asimétricos son mucho más incómodos, pero son más precisos para rutas duras.

Claves para una buena elección
Una vez hemos definido bien el tipo de actividad y las condiciones en la que vamos a hacerla, es primordial elegir bien el modelo. Y para ello es importante que tengamos en cuenta algunos factores. El primero es elegir una horma que se adapte bien a nuestro pie. La comodidad es un factor clave en todos los deportes de montaña, y en este sentido es necesario que nuestro pie no se sienta ni demasiado presionado ni excesivamente libre dentro del zapato. Otro aspecto importante es el ajuste. En modelos con caña alta o media caña es importante que el tobillo quede bien sujeto para evitar torceduras. El lazado tiene que ser fuerte pero no comprimir en exceso el pie. En modelos low es importante que el sistema de lazado ayude a sujetar bien el talón. Tan o más importante que la horma es la suela. Como hemos dicho tenemos que elegir una dureza que se ajuste al uso que vamos a darle, pero también es importante elegir bien el dibujo y, sobre todo, que garantice una buena amortiguación.

Por último, es importante que elijamos bien el forro o material del corte. Hay que apostar por modelos que garanticen una buena protección frente a la lluvia y el agua, que sean muy transpirables y que, además, sean resistentes a la abrasión. Si hace calor, es preferible buscar modelos donde prime la transpirabilidad; en invierno o en climas lluviosos, es prioritario tener una buena membrana, aunque perdamos algo de transpirabilidad.

Pruebas antes de salir
Elijamos el calzado que elijamos, es fundamental, no sólo que en la tienda decidamos bien el modelo que nos conviene y que mejor se ajusta a nuestras necesidades y a nuestras características físicas, sino también, que antes de hacer una salida, sobre todo si es larga, usemos durante algún tiempo el calzado que acabamos de comprar. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que lo que debería ser una aventura emocionante se convierta en un calvario, poniendo en peligro, incluso, nuestra salud.

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