Estrategias que te ayudarán a gestionar el miedo en la escalada

Redacción OutdoorActual09/01/2013
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La alpinista Inma Garrido se adentra en las profundidades del miedo, uno de los principales limitadores en la escalada, para conocerlo, entenderlo e intentar gestionarlo. Esta deportista, que también es Máster en Psicología del Deporte y trabaja en el Servicio Andaluz de Empleo, presenta así este texto que puede ayudarte a mejorar tus resultados en la roca.
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[Viene de: Procesos cognitivos implicados en el miedo]

3. Efecto Pigmalión o Profecía Autocumplida

El poeta Ovidio escribió en su obra “Las Metamorfosis” el mito de Pigmalion y Galatea. Pigmalion, rey de la isla de Chipre, esculpió una estatua de mujer en marfil tan perfecta que de tanto admirarla acabó enamorándose de ella. La diosa Afrodita transformó a la estatua en una mujer real, Galatea, con la que Pigmalion se casó. Este mito sirvió de título al libro “Pygmalion in the classroom” que el psicólogo Rosenthal escribió para demostrar la influencia de lo que pensamos de los alumnos en su desarrollo intelectual y rendimiento escolar.

Aunque este término ha sido muy utilizado en el ámbito educativo, es transferible a cualquier esfera. En el caso de la escalada a veces nos rodeamos de personas que sin saberlo y por exceso de protección no favorecen en absoluto la superación de miedo, al animarnos a hacer las vías en "top rope" por miedo a que nos caigamos o por falta de confianza en que podamos hacerlo. Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se vuelva cierta.

De forma que si nos rodeamos de personas cuyas expectativas y previsiones sobre nuestro rendimiento son que alcanzaremos el éxito de nuestro objetivo, posiblemente facilitará que lo consigamos. A veces solo es necesario creer en las personas y darle la oportunidad de demostrarlo.

4. Feedback facial o cara positiva (SONRIE):

Sin duda esta es una de mis preferidas. De las aportaciones de la Psicofisiología, donde se considera la multidimensionalidad de las emociones, se postula que existe una relación entre nuestro estado de ánimo y nuestras expresiones corporales en los dos sentidos: nuestras emociones influyen en nuestras expresiones corporales y a su vez éstas influyen en nuestras emociones. Por tanto, si realizamos un entrenamiento corporal con el que aprendamos a regular nuestro cuerpo de modo que éste tenga una expresión positiva ello contribuirá a que nos sintamos bien.

La explicación de este fenómeno radica en que los diferentes gestos del rostro tienen propiedades intrínsecas que los hacen más o menos placenteros, quizás porque alteran la forma en que la sangre fluye al cerebro y en consecuencia su bioquímica. Esta teoría propone que los músculos de la cara se contraen y relajan, actuando como válvulas de numerosos vasos sanguíneos que terminan influyendo en la sangre y en la temperatura de determinadas zonas cerebrales.

Otra explicación para este fenómeno es conductista. Así como Pavlov logró condicionar a los perros para que asociaran el sonido de una campana con la expectativa de recibir comida, los humanos rápidamente asocian el sonreír con sentirse feliz. Y una vez que la relación se ha establecido, sonreír es, por sí mismo, suficiente para producir sentimientos agradables.

Tener una cara positiva consiste en esbozar una sonrisa suave y mantener el resto de músculos de la cara relajados. Para mantener los músculos faciales relajados podemos limitarnos a observar aquellos que estén tensos, con lo cual tenderán a relajarse gradualmente. Si te fijas en alguien que está en una sección dura de escalada su rostro presenta expresiones de preocupación y, en otros casos, de miedo (cejas levantadas y contraídas al mismo tiempo, las arrugas de la frente se sitúan en el centro y no extendidas por toda la frente, párpado superior levantado, mostrando la esclerótica, con el párpado inferior en tensión y alzado, boca abierta y labios o bien tensos y ligeramente contraídos hacia atrás, o bien estrechados y contraídos hacia atrás), frente a otros que se enfrentan a las mismas vías con una expresión relajada en su rostro, simplemente de
concentración (cejas elevadas, boca cerrada, la piel de la región temporal se pone tensa y la de la mejilla se eleva hacia el ángulo interno del ojo).

Si conseguimos cambiar esa expresión relajando la musculatura o la expresión de nuestra cara posiblemente se producirá un cambio en la emoción que predomine en ese momento, bien por una cambio en la bioquímica de nuestro cerebro, bien por la asociación entre sentimientos placenteros y actividad zigomática (sonrisa).

Puedes consultar en el documento adjunto el trabajo completo de Inma Garrido

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