La FEDME, implicada en la conservación del lince ibérico

Redacción - @outdooractual11/12/2017
©www.lynxexsitu.es
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Un año más, en el Día Internacional de las Montañas, la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) expresa su compromiso con la conservación de los paisajes y ecosistemas de montaña y con el desarrollo sostenible de sus poblaciones, de forma que se asegure el bienestar de las personas que allí habitan. Este año queremos llamar la atención sobre la conservación del monte mediterráneo, sustento económico de numerosas poblaciones de las sierras de la Península y último refugio de una especie extraordinaria y única en el mundo: el lince ibérico.

Los felinos constituyen una familia de mamíferos carnívoros que fascinan a los seres humanos desde la Prehistoria. Han sido y son animales míticos, símbolos de diferentes culturas y civilizaciones, probablemente por la seducción que ejerce su belleza, su mirada o su extraordinaria agilidad para cazar sigilosamente a sus presas. Sin embargo, a excepción de los felinos más o menos domésticos, su número es cada vez más escaso, perseguidos por sus pieles o como trofeo de caza en muchos lugares o, simplemente, por la destrucción de su hábitat natural.

De las 36 especies de felinos presentes actualmente en el planeta, 4 son linces (género Lynx), unos felinos de tamaño mediano, fuertes patas, cuerpo moteado y largas y llamativas orejas. Son exclusivos del Hemisferio Norte: el lince canadiense (Lynx canadensis) y el lince rojo o bobcat (Lynx rufus) son las dos especies norteamericanas, mientras el lince boreal o euroasiático (Lynx lynx) y el lince ibérico (Lynx pardinus) –característico de la Península Ibérica– son los representantes de Eurasia.

Los linces campean diferentes ecosistemas (montañas y sierras, bosques y matorrales, praderas y planicies abiertas e incluso cultivos), si bien es requisito indispensable que tengan amplios territorios en los que puedan encontrar alimento suficiente, dos factores (territorio y alimento) que limitan notablemente su supervivencia. En esta tesitura, la conservación de los linces pasa por la preservación y escasa modificación de montañas, sierras y relieves en general, espacios con una menor presión demográfica y menos infraestructuras que fragmenten el territorio.

Si la situación de los felinos salvajes, en general y según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), no es halagüeña, la situación del lince ibérico –la especie más icónica del monte mediterráneo–, es más que preocupante, ya que nos encontramos ante el felino más amenazado del planeta. Sin embargo, las acciones desarrolladas en los últimos años permiten ser más optimista por haber superado la situación crítica que lo ponía al borde de la extinción. El lince ibérico fue habitual y relativamente abundante en el pasado, probablemente por toda la Península, pero varios factores le hicieron entrar en un rápido declive a partir de mediados del siglo XX: persecución y caza, fragmentación del hábitat y escasez de alimento ligado a enfermedades que diezmaron y todavía afectan a su principal presa, el conejo. Su mínimo histórico fue alcanzado en 2002, cuando los censos realizados revelaron que solo quedaban un centenar de ejemplares repartidos entre los núcleos andaluces de Doñana y Sierra de Andújar, últimos refugios de la especie.

Por fin, ante esta situación, las diferentes administraciones se tomaron en serio su responsabilidad en la conservación de la especie. Desde entonces y gracias a la labor del Proyecto Life+ IBERLINCE, liderado por la Junta de Andalucía con fondos del Ministerio de Medio Ambiente y de la Unión Europea, la población actual de lince ibérico (Censo de 2016) ronda los 500 ejemplares en total. Han sido 15 años decisivos, que han permitido reducir, cuando menos, la incertidumbre sobre el futuro de la especie y, en buena medida, devolver al lince a algunas de las zonas donde históricamente habitó, ya que hoy existen poblaciones, además de Andalucía, en el sur de Portugal, Extremadura y Castilla-La Mancha. En este contexto geográfico, podemos afirmar que los relieves de Sierra Morena y de los Montes de Toledo se han convertido en verdaderas fortalezas para la conservación y dispersión de esta emblemática especie.

Precisamente, en este año 2017, la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) ha colaborado con el Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN) que participa en calidad de socio beneficiario del Proyecto Life+ IBERLINCE y que ha impulsado la realización del “Viaje Cicloturista uniendo zonas con presencia de lince ibérico en la Península”, una actuación que ha tenido como objetivo dar a conocer los trabajos realizados para la conservación, investigación y reintroducción del lince ibérico.

Este viaje ha consistido en la realización de 2 travesías simultáneas uniendo las zonas donde existe presencia de lince ibérico en la Península, simulando la conexión de estos núcleos por los corredores naturales que sirven para que estos felinos se desplacen en busca de sus congéneres o de alimento. Entre los pasados días 20 y 29 de octubre, los dos ciclistas se convirtieron en “linces viajeros o linceportistas” por un recorrido de diez etapas que atravesaban los extraordinarios paisajes que habita esta especie en el sur de la Península: marismas, sierras, valles, dehesas y bosques mediterráneos. Además, se desarrollaron distintas actividades complementarias para potenciar la difusión del evento, con una narración en tiempo real utilizando redes sociales y medios especializados.

Cada jornada del viaje quedó recogida en un video resumen que reúne todo lo acontecido a lo largo de la ruta, con imágenes del itinerario y de los testimonios de sus protagonistas, desde los ciclistas a las autoridades locales, pasando por los técnicos y expertos que trabajan en la conservación del lince ibérico, los niños de los colegios o los senderistas y ciclistas que acompañaron, a lo largo de la ruta, a los dos “linceportistas”.

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